El regreso de Daredevil al Universo Cinematográfico de Marvel ha traído consigo no solo la vuelta de rostros icónicos como Charlie Cox y Vincent D’Onofrio, sino también un giro inesperado en la historia de sus personajes. Uno de los más impactantes es, sin duda, el nuevo rol de Wilson Fisk, quien ha dejado atrás su imagen como el temido jefe criminal de Hell’s Kitchen para abrazar una nueva identidad: la de alcalde de la ciudad de Nueva York. Este cambio, que puede parecer drástico, no es del todo nuevo para los lectores de cómics, ya que tiene sus raíces en las historietas clásicas de Daredevil.
Cuando la serie original de Daredevil se estrenó en Netflix en 2015, Wilson Fisk era la personificación del poder corrupto en las sombras. Su reinado se basaba en el miedo, la manipulación y la violencia. Sin embargo, Daredevil: Born Again presenta un panorama distinto: Fisk ya no necesita actuar desde las sombras, ahora gobierna desde la alcaldía con una fachada de legitimidad que le permite manipular las instituciones desde dentro.
Entonces, la gran pregunta que surge es: ¿Cómo un criminal con un historial tan oscuro logra convencer al público y al sistema para acceder al poder político? ¿Qué maniobras, alianzas y estrategias le permitieron a Fisk transformar su imagen y ganar la votación? En este artículo, exploraremos el camino de Kingpin hacia la alcaldía, y cómo este cambio sacude los cimientos de la justicia en Nueva York.
Elección de Wilson como alcalde en los cómics de Marvel

La historia de cómo Kingpin logró llegar al poder político en los cómics es una de las tramas más inesperadas y audaces de Marvel. En Daredevil #28 (2017), tras la crisis provocada por Secret Empire, Wilson Fisk aprovechó el caos que dejó Manhattan atrapado en la dimensión de la Fuerza Oscura para mostrarse como un salvador. Utilizó sus recursos para ayudar a los ciudadanos durante la emergencia, ganándose el favor del público. Esa imagen de hombre fuerte y resolutivo, sumada a su discurso honesto sobre su oscuro pasado, le permitió posicionarse como un candidato viable para la alcaldía. Fue así como, contra todo pronóstico, ganó las elecciones. Aunque manipuló el sistema para asegurarse la victoria, los cómics dejaron claro que Wilson Fisk habría ganado, incluso sin hacer trampa.
Este arco narrativo es la base sobre la que se construye su papel en Daredevil: Born Again. Que Wilson Fisk se haya convertido en alcalde no es un simple capricho creativo, sino una reinterpretación de uno de los momentos más oscuros y fascinantes de su trayectoria. Su plataforma política, centrada en una feroz campaña contra los justicieros, reflejaba el hartazgo del público frente a las constantes crisis superheroicas. En los cómics, esto derivó en leyes como la “Ley de Poderes”, que prohibía la actividad de superhéroes en Nueva York, haciendo que el gobierno de Fisk se pareciera más a un régimen que a una democracia.
Mientras los llamados “Thunderbolts”, formados por villanos al servicio del alcalde, patrullaban las calles, Daredevil encontraba una nueva forma de resistir desde adentro. Incluso llegó a ocupar brevemente el cargo de alcalde interino tras un ataque de La Mano que dejó a Fisk en coma. Esta dinámica, marcada por estrategias políticas, identidad secreta y batallas morales, sugiere que el reinado de Kingpin en el MCU también traerá consecuencias profundas.
La narrativa cambió un poco y Wilson Fisk fue elegido como alcalde en “Echo”
Aunque Daredevil: Born Again es una serie que explora a fondo el nuevo rol de Wilson Fisk en el MCU, fue en Echo donde comenzó a pavimentarse el camino hacia su ascenso político. En esta serie, vemos a un Fisk más humano y contenido, pero aun con una sombra peligrosa que lo rodea. Tras sobrevivir a su encuentro con Maya López, reaparece en el presente con una imagen renovada, sin perder del todo su carácter dominante. Lo más llamativo es cómo empieza a dar forma a su campaña para la alcaldía de Nueva York, adoptando un enfoque más público, legal y emocional, como si realmente creyera que puede redimirse y convertirse en el salvador de la ciudad que tanto dice amar.
El hecho de que Wilson Fisk se convirtió en alcalde en Daredevil: Born Again ya había sido anticipado por muchos fans tras ver su estrategia en Echo. Aunque parece mantenerse alejado de actividades criminales evidentes, sus formas siguen siendo cuestionables. Manipula, intimida y empuja a quienes lo rodean para que se alineen con sus intereses. Su discurso antijusticieros resuena entre la ciudadanía cansada del caos causado por los superhéroes, y no es difícil imaginar cómo, con su carisma e influencia, pudo construir una plataforma política sólida. En sus actos de campaña, Fisk muestra afecto genuino por Nueva York, pero sus arranques de ira y su necesidad de control lo delatan como alguien que aún no ha dejado atrás del todo al Kingpin.
En este contexto más político que criminal, Wilson Fisk se convirtió en alcalde en Daredevil: Born Again no solo como un giro dramático, sino como la evolución natural de un personaje que siempre ha sabido adaptarse a las reglas del juego. Y esta vez, el juego no se libra en callejones oscuros ni en azoteas lluviosas, sino en las urnas, los despachos y los medios de comunicación. Lo que Fisk no puede tomar por la fuerza, está aprendiendo a ganarlo con una sonrisa… aunque por dentro, siga siendo el mismo depredador de siempre, como veremos en la siguiente sección.
Su puesto no quiere decir nada, Wilson Fisk sigue siendo un villano
Wilson Fisk se convirtió en alcalde en Daredevil: Born Again, pero eso no significa que haya dejado de ser el hombre peligroso que conocimos en la serie original. Detrás de sus discursos populistas y su fachada de político reformado, el viejo Kingpin sigue al acecho, listo para manipular, intimidar y destruir a cualquiera que se interponga en su camino. Una de las señales más claras de que no ha cambiado realmente es su trato con el jefe de policía, a quien chantajea sin escrúpulos al descubrir que tiene un hijo secreto. Fisk no duda en amenazar la vida del niño y de su madre para mantener el control sobre las fuerzas del orden, dejando claro que su mandato no será precisamente limpio.
Este tipo de acciones muestran que su estilo sigue siendo el mismo: usar el miedo como herramienta y someter a los demás a través de secretos, violencia o coerción. Aunque ya no recurre al crimen organizado de forma directa, su brutalidad emocional y psicológica sigue intacta. Incluso sus momentos más “contenidos”, como sus reacciones al ser confrontado por Matt Murdock o por el periodista B.B. Urich, revelan a un hombre al borde del estallido. La serie parece prepararse para mostrarnos no a un político reformado, sino a un villano con poder institucional. Y eso es quizás lo más aterrador de todo: un Kingpin con acceso legal a recursos, influencia sobre la policía y una imagen pública favorable.